domingo, 29 de julio de 2018

VISITA 27 POTRERO DE LA PALMITA

Domingo 15 de julio de 2018 nos comentan que la noche anterior calló una gran lluvia en Tepic, lo que afortunadamente dio paso al sol, así que rumbo a la presa de aguamilpa son pocas las nubes en el cielo, los picachos se distinguen al frente, los árboles de mango están a rebozar y cada que vemos uno Estrella comenta, -¡mira que bueno se ve ese y aquel de allá!- nos los imaginamos con limón y sal, dulces y jugosos, se nos hace agua la boca.

Al llegar a la cortina nos reciben Elvia y su papá quien trae la lancha, nos embarcamos hacia Potrero, pero antes pasamos a dejar gente así que el trayecto por el río es más largo  da oportunidad de disfrutar del viento y el paisaje, los cerros vestidos de verde nos dan la bienvenida.

En las cabañas está Basilia es su último día, más tarde entrara a relevarla Susana, la primera nos recibe con gran sonrisa y un fuerte abrazo, el calor está fuerte y la humedad ni se diga, dicen que ha estado lloviendo con mucho viento, almorzamos unas ricas tostadas de pollo, dejo mis cosas en "mi cuarto"  voy hacia la casa de Marina ha avisar que ya llegué.

Calle principal de Potrero de la Palmita


Todo está muy verde, el trabajo del empedrado llega ya hasta las cabañas, las palmas del camellón en la calle central han crecido bastante, llego a saludar con fuerte abrazo a Marina, huele a vegetación, el pasto está crecido, los colores irradian luminosidad, vigor, vida.
La sorpresa no tan grata, es que dicen que hubo un viento demasiado fuerte que levantó techos, voló laminas y tiró de raíz varios árboles, entre todo ello, la bugambilia grande que daba pie a la enramada en casa de Marina, lo que de entrada es una vista inesperada.

Bugambilia y árbol arrasado por el viento

Estaban también Liborio, Alejandro y Javier, conversamos, reímos mucho, me encanta estar con todos ellos, platicar bajo la sombra de los árboles, junto al comal, dejar pasar el día mientras se hace chaquira, se sortea (prepa tortillas), se descansa, -porque es necesario el descanso-, me dice Liborio, -uno debe estar listo para trabajar, pero también hay que reponer fuerzas-, es temporada de coamiliar (sembrar) así que la faena es cansada, sobre todo por el calor tan húmedo de la temporada.

Por la tarde Elvia nos invita a su casa, prepararon pozole para festejar el cumpleaños de Estrella que fue unos días atrás, bajo la sombra fresca de un enorme árbol, sirven un delicioso y espectacular pozole rosa, con unos granos tiernitos que ameritan repetir plato un par de veces, -¿más grano Jarumi?- me pregunta Cata, -sí por favor- le contesto, a la vez que le extiendo mi plato, llegan varios invitados más, nos saludamos, los conozco a todos, me da mucho gusto ver a Juan, a Sofía quien ya cumple XV años en agosto, pasa la tarde mientras me tiendo en un petate, cantamos las mañanitas, sopla la vela, le muerde al pastel, comemos y reímos mucho.

El macho en casa de Estrella
La temperatura sobrepasa los 30 grados centígrados, los animales buscan la sombra, voy y vengo entre la casa de Estrella y Marina, platico con Liborio sobre    si he ido a San luís potosí a wirikuta, le comento que fuí a cerro Quemado en abril, comentamos sobre ofrendas y su próxima ida hacia sitio sagrado. 


Llegó la noche, la cena, la delicia de las tortillas hechas a mano, la charla junto al fuego rojo incandescente bajo el comal, no hay electricidad, con el vendaval de la semana pasada se cayó un poste así que nada de alumbrado público, ni televisores prendidos, lo más preocupante decían algunos, no funciona el refri, ni el abanico (ventilador).

Mi fuente de iluminación en las cabañas

Me recordó aquellas primeras visitas a la comunidad, hace ya seis años, no era nuevo para mí la oscuridad, usar velas, caminar a la luz de la luna, sin embargo, el cielo estaba completamente nublado, poco después de acostarme comenzó a caer la lluvia y su intensidad fue subiendo, tronó el cielo con ganas, los relámpagos alumbraban de madrugada y por instantes iluminaban todo como si fuese de día, cayó mucha agua, por mucho tiempo, así me perdí en un sueño profundo, de ese que cuando despiertas sientes como si regresaras de un lugar muy lejano.

Cada día en Potrero es como muchos días, comer, reír, trabajar, disfrutar, conversar, sonreír, derretirse a momentos por el calor y la humedad, saludar a conocidos, ir a visitar a Basilia, mi comadre Lucía, el compadre Plácido, mi ahijada Gali y su hermanito Tadeo, los peques ya me hablan más, como Muvieri estaba en casa me tienen más confianza, se ríen conmigo, me platican, jugamos un poco.

Jugando con Gali

Unos días antes de partir hacia Potrero me lastime el codo derecho mientras escurría agua con la escoba, así que intente mejorar lo antes posible para que ello no fuera causa de tener que regresar antes de lo planeado, a razón de esto llevaba el codo vendado e intentaba usar lo menos posible el brazo para no hacer fuerza y dejar reposar la articulación, así que cada que veía a alguien me preguntaba - ¿ahora que te pasó?- , la mayoría pensaba que me había lastimado ahí, pero ya les contaba que así venía desde la ciudad, mi papá Liborio me decía de broma, - esos chilangos, de seguro te jalonearon ¿verdad? , ya te dije que mejor te vengas para acá - 

Laguna en casa de Marina

A causa de las lluvias, a un costado del solar en casa de Marina hay una especie de laguna fangosa donde por la noche los sapos se reúnen a entonar grandes piezas, por la mañana tempranito según me comenta ella, se puede ver el zig zaguear de una serpiente que los busca como alimento, - se puede ver como va en el agua- me dice, al momento que hace le movimiento serpenteante con su brazo. 

Me la paso entre la casa de Marina y la de Basilia, me consienten y me preparan atole de ciruela con masita, es una delicia, así como las enchiladas que me saboreo solo de recordar, por las tardes las "niñas" más bien adolescentes ya, juegan voleibol, ahí aprovecho para saludar a varias, tanto de las que juegan, como de las que se acercan a ver, como Perla, quien me dice que ya está en el último año de preparatoria y está pensando que carrera quiere estudiar, de momento le interesa arquitectura y derecho. Como no hay luz, la gente se acerca a ver el juego, hay muchos niños corriendo y riendo, el sol ya bajó, la tarde está calurosa pero agradable, el cielo se tiñe de tonos rosados, algunas estrellas se dejan ver entre algunas nubes.

cerro Cuate

Uno de esos día Elvia me dice que irá a dejarle un encargo a mi papá Liborio que está rociando donde van a sembrar, que vayamos juntas y -sirve que caminamos hacia el peñasco que no conoces- me dice, también irá Estrella y Alejandro, le digo que sí, que voy por mi gorra, y al momento que atravieso por el solar de la casa de Marina doy tremendo sopetón contra el suelo pues alcanzo a meter las manos al resbalarme con el lodo, cuando menos me doy cuenta estoy a ras de piso, me levanto y me comienzo a reír pues solo puedo pensar "caí sobre el brazo que ya tría lastimado..." me preguntan si estoy bien, les digo que si, que mejor me voy a cambiar los tenis también.

El camino hacia donde está Liborio es cercano al camino que va hacia la Palmita, Emilia se nos une al paso, el paisaje ofrece un verdor que no había visto en Potrero, se escucha un arrollo que vemos a poco rato y me dicen que sólo está así en esta temporada, pienso que es increíble lo camaleónico que puede ser Potrero de acuerdo a la época, vemos algunos árboles que fueron derribados por el vendaval, tomé pocas fotos, la verdad iba disfrutando la caminata, después de un rato al fin llegamos a donde está Liborio, quien se sorprende de vernos y nos dice que vayamos al arroyo a refrescarnos un rato.

Arroyo en Potrero de la Palmita


Comenzamos a subir sobre el arroyo mismo, pasamos algunas como pozas de agua, siguiendo el cause del mismo, la vegetación cubre casi todo, Elvia me ayuda pues sabe que no puedo apoyar el brazo derecho, subimos y subimos hasta una pequeña caída de agua, las libélulas pululan juguetonamente, rojas, azules, negras, les comento que en la ciudad ya casi no se ven, las niñas se meten al agua, me dicen si está o no muy profundo, sobre el camino han cortado una hojas cuyo tallo es rojizo o blanco, con ligera pelusa que los recubre, lo enjuagan y me dicen que lo pruebe, tiene un sabor un tanto ácido pero agradable, refrescante, me dicen el nombre en huichol, pero la verdad no logro aprenderlo, ni siquiera puedo pronunciarlo en el momento, pero lo como, ellas le ponen sal, yo lo preferí solo, el rojizo me agrado más, los zancudos están a la orden, pero aún así es agradable y muy tranquilo ese lugar, bajamos un poco hasta donde Alejandro está disfrutando de la frescura del agua, platicamos, reímos.

Vista de los picachos 

Es hora de regresar, la vista de Potrero desde ese ángulo es nueva para mi, todo ese recorrido lo ha sido y lo he disfrutado sobre manera, por el camino cactus gigantes vigilan nuestro paso, Estrella y Elvia van jugando, Alejandro canta y Emilia sólo se ríe, el sol está a todo lo que da, al regresar con Marina la comida nos sabe a gloria, las tortillas me reconfortan una tras otra, como todas las que puedo, -por las que no hay en la ciudad- les digo, sólo se ríen y me ofrecen más.

Cerro Cuate visto desde casa de Basilia
Por la tarde noche, el croar de los sapos genera un eco muy peculiar, las luciérnagas rompen la oscuridad en distintas direcciones, las chicharras y su zumbido dan el toque final a la atmósfera, agradezco que no haya electricidad, así el cielo se puede apreciar mucho mejor y aprovechando que está un tanto despejado, las estrellas brillan en lo alto, Alejandro y yo comentamos como es que en San Luis Potosí (Wirikuta) pareciera que con sólo estirar la mano las podrías agarrar, después de cenar Marina me dice que "el abuelo" está en potrero y que van a velar, que me quede si quiero, así lo hago, la noche se hace oscura de veras y prenden fuego en el solar, en su sitio ceremonial, ahora entiendo porque limpiaron de hierba por la tarde, Liborio dice que ya es hora, cada cual carga con su silla y rodemos el fuego, están también, Javier, Alejandro, Marina, el compadre de Liborio, "el abuelo" y yo, se prepara café en el fuego, se prende veladora, se saluda al fuego, se limpia con vara cada quien y se comienza la velación, "el abuelo" es un chaman me dice Marina, un cantador, nos va a limpiar, Liborio me dice que me acerque, comienza el canto, los segunderos responden, las estrellas pasan sobre nosotros, la luna atraviesa el firmamento, se está agradable junto al fuego, hay conversación, risas, silencios, oscuridad y cada que "el abuelo" canta el fuego crepita y crece, es increíble la relación entre la entonación y la fuerza del mismo, soy la primera en pasar a la limpia, -por si te vas a dormir temprano- me dicen, -esta es una limpia de la buena-, con esta si vas a dormir a gusto- comentan... transcurre la velación, se hicieron varios cantos, se dijeron varias cosas, pasa cada uno, pase de nueva cuenta, me dijeron un par de asuntos a tratar y después de que la luna se oculto tras el cerro cuate Marina me dijo que ya nos fuéramos, agradecí y llegué a mi cabaña pasadas las 1.30am de la mañana, tenían razón, sí dormí  a gusto.

Vista desde las cabañas


Estrella y Elvia se fueron temprano a la Palmita con la promesa de que nos traerían mangos, Basilia me dijo que fuera a su casa pues cortaría tunas, sabe que me gustan mucho y es época, así que no me tuvo que decir dos veces, comí hasta llenarme.



Tunas
Cocinando



Me comentan que ya se habían acostumbrado a la electricidad y ahora que no hay se les hace difícil sobre todo por la comida, no todos tienen refri, pero almenos los que tenían podían guardar y no se echaba a perder, ahora tienen que hacer como antes, comprar hielo, pero como las tiendas no previeron la falta de luz a penas y tienen hielo para su mercancía, así que no lo venden y cada cual tiene que ver como se las arregla, justo comentábamos que antes cuando comencé a ir y no había luz, todos podían estar sin electricidad, -pero ahora ya no, nos acostumbraron a la luz-, me dicen.

Alvaro comiendo una iguanita

Ricki el nieto de Ventura juega con Andy su primo, el hijo de Rubí, el primero está ya en la primaria y suele ser muy inquieto, el segundo recién va a ajustar 4 años, le dieron con la resortera a una pequeña iguana y se la llevaron a Álvaro el gato de Alejandro para que se la comiera, el Mitzu no lo dudó y se apresuró a degustar comenzando por destazar y quitarle la cabeza al animalito, dicha parte no comería, los niños vieron como disfrutaba de su manjar sin parar, ademas de la cabeza dejó una pata, ningún otro rastro quedó.



Por la tarde probamos los mangos prometidos, eran dulces y jugosos, aunque sólo nos toco de a uno porque no había muchos según nos comentaron.

El solar de la casa de Marina

Estábamos sentados junto a la cocina, Liborio, Marina y yo, platicábamos de varias cosas, disfrutando del fin de la tarde, el cielo bastante despejado, sólo algunas nubes  dispersas, habían ya algunas estrellas a la vista, cuando de pronto miré como una estrella fugaz, pero se encendió como una bengala solo que verde con amarillo y un pequeña cola de humo gris con blanco, que desapareció muy pronto, les comenté y casi a la vez se escucho un estruendo como algo que cayó en el monte, - ¿qué fue eso?, pregunto Marina- a lo que Liborio dijo -cayó en aquel cerro-, mientras señalaba con el brazo hacia el frente de donde él se encontraba. Marina mencionó a la serpiente a la que ya una vez las niñas habían hecho alusión, una serpiente alada que en esta ocasión fue flechada y cayó, -a lo mejor ya no alcanzó a volar-, dijo.

Los sapos y su concierto arrullaron mi sueño, algunos relámpagos alumbraron la madrugada pero no llovió.

Miguel llegó temprano a Potrero, tenía varios meses fuera, trabajando en Guadalajara, así que Marina estaba muy contenta de poder ver a su hijo, nos platicó un poco de como le fue y ella le contó de como le fue ahora que pudo venir a Puebla y la Ciudad de México. Comimos un delicioso chicharrón de pescado, con limón y tortillas, para chuparse los dedos y pedir más.

Se nubló bastante y de pronto comenzó la lluvia, el viento amainó y se soltó el aguacero con viento fuerte, dado la experiencia de la semana anterior Marina no quería meterse a su cuarto ya que la lamina voló esa vez y tenía miedo que se repitiera la acción y le cayera una piedra de las que están encima, así que nos resguardamos bajo las láminas de la cocina, desde donde observábamos como el viento mecía los árboles y las gallinas no se movían.

Las gallinas durante la fuerte lluvia
Duró buen rato la lluvia, subía y bajaba de intensidad, se hizo de noche, llegó la hora de cenar y con todo y lluvia Elvia fue a la tienda y Marina preparó una especie de gorditas con manteca, queso y carne, muy ricas, comimos todos bien juntitos bajo la lámina que cubre el fogón con el comal, pues la lluvia no paraba, comimos doble, quizá fue mucho, yo no pude dormir pronto, me sentía muy llena, pero que rico estaba. El agua continúo cayendo gran parte de la noche y la madrugada, hasta que en vez de su sonido, el croar de los sapos y el zumbido de las chicharras acompañó al amanecer.

Marina trabajando chaquira

Durante estos días y a pesar de mi codo lesionado, aprendí un poco de chaquira, Alejandro fue mi maestro y Marina me proporcionó el material, me hice un par de aretes, así que ya no sólo miré sino que también trabajé, no es la primera vez que lo intentaba, pero si es la primera en que lo hago yo sola de inicio a fin, bueno, en el primer par Alejandro me ayudo un poquito, pero en los siguientes ya no, bueno, solo cuando se me enredaba el hilo, como que ya al final medio le agarre la onda para que no se me enredara tanto.

Por la tarde jugamos UNO, Estrella, Elvia, Miguel, Alejandro y yo, tan divertido como hace un año ya que lo hicimos por primera vez, en eso estábamos cuando Javier nos avisó que ya había luz, a lo que el juego terminó, pues Elvia corrió a poner a cargar su celular y los demás a ver la tele. Por mi parte disfrute de la tarde que se presentó en cálidos tonos naranjas y violetas.



Toda la actividad en Potrero se modificó ahora que ya había luz, al menos en sus casas, el alumbrado seguiría sin funcionar, lao televisores encendidos, los radios con sus canciones a todo volumen, se acabó el silencio y la reunión en el juego de voleibol, quienes no modificaron su rutina tal como había sucedido una tarde antes fueron las gallinas, apacibles como siempre en sus respectivas ramas, se preparaban para terminar el día.



Era mi última noche en la sierra, lo bueno de que hubiera luz es que pude arreglar mi mochila más fácil, disfrute del croar d los sapos, el zumbido de las chicharras y el relampagueo en los cerros de los picachos que están justo enfrente de las cabañas, que a gusto se duerme entre los cerros.

Presa de aguamilpa
Por la mañana tempranito nos encontramos Marina, Elvia, Estrella y yo, pues quedamos en salir a las 7am para ir a comer para festejar previamente el cumpleaños de Marina, Isidro el papá de Estrella nos llevó en la lancha hacia la cortina de la presa, de camino recogimos a un pescador, es buena época, hay bastante pescado, el cielo comenzaba a abrir, las nubes parecían enfilar hacia los cerros, el viento era fresco, la nostalgia estaba ya junto a mí, una noche antes me despedí de "todos", -cuídese y aquí la esperamos cuando vuelva- me dicen, Liborio me dijo que debería ir para la fiesta del tambor en septiembre que me van avisar pa que pueda ir aunque sea ese fin de semana, le agradezco y nos despedimos con fuerte apretón de manos y abrazo. 


Vista de la presa de Aguamilpa desde la cortina


Ya en la cortina, la combi tarda en salir hacia Tepic, aprovecho para despedirme con un hasta luego de aquella vista que tanto anhelo y bienestar me transmite, en eso estoy cuando veo que Marcelo viene hacia la combi, pregunte por el en Potrero y me dijeron que ahí andaba pero es hasta ahora que tengo la fortuna de encontrármelo, él es de los niños que conocí en mi primera visita a la comunidad, en ese entonces tenía 12 años y fue quien nos enseñó el panteón, hay un par de fotos de él en este blog, ahora tiene ya 18 es todo un joven muy trabajador pero su rostro sigue siendo el de aquel niño cuya sonrisa siempre transmite algo que no logro nombrar, se sienta junto a mí, nos saludamos platicamos de como le ha ido que hace, le pregunto por sus hermanos, todos trabajan ya no estudia ninguno, ha tenido que buscar empleo, de hecho el se baja antes de Tepic, en el crucero de Puga, pues va hacia las cañaverales a trabajar, me dice que cuando me va a volver a ver y le digo que ojalá coincidamos en mi próxima estancia en Potrero, nos despedimos, me da mucho gusto haberlo encontrado.

Laguna de Santa María del Oro

Después de transbordar un par de veces en las combis, llegamos a la laguna de Santa MarÍa del Oro, Elvia ya conocía así que es nuestra guía, caminamos un poco por el lugar, pero morimos de hambre, así que buscamos un sitio agradable para comer a la orilla de la Laguna, es muy tranquilo, como e temprano no hay mucha gente, lo que significa poco ruido, pedimos chicharrón de pescado, ceviche de camarón, camarones al ajillo y rancheros, toda la comida está muy rica y la vista es increíblemente bella, los tonos del agua cambian a lo largo del año según el clima, nos dicen que hace 8 días estaba color turquesa pues había llovido, ahora está entre jade y varias tonalidades de azul, el agua es cristalina se pueden ver pequeños peces nadando, comemos hasta no poder mas, reímos mucho y compartimos un rato muy agradable, haya que estar de vuelta en Tepic para que ellas alcancen lancha y en la cortina esperen que Isidro baje por ellas, nos despedimos en el estacionamiento México, Marina me abraza muy fuerte, le pregunto si le gusto la comida y me dice que sí, quedamos en vernos pronto, su combi sale rumbo a la presa.

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