Sábado 22 de junio, tempranito ya estábamos en la entrada del túnel de Ogarrio para atravesar las entrañas de la tierra y entrar en ese tiempo espacio sin igual que tiene Real de Catorce. Desayunar gorditas y respirar ese peculiar aroma de antaño, esa humedad que expiran las piedras de cada construcción, la visita obligada a la capilla del panteón, a ese silencio y esa tranquilidad que guarda entre esos muros donde las pinturas casi que desaparecen...
Subimos a las Willys y el camino hacia el desierto mostró una sierra que recién había comenzado a recibir las lluvias, destellos de verde vestían los cerros, sorpresa no grata fue ver que la visita a Wirikuta es ya en una zona muy a la orilla donde la vegetación abunda y el híkuri recibe visita de -mirame y vete-, hay que decir que por un lado eso quizá sea bueno para que la zona más abierta quede mejor protegida sin la visita intensiva de tanto visitante, sin embargo, la forma en que se realiza ahora la "visita" es totalmente comercial y relámpago, tema de conversación amplio y para debatir.
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De la exposición en la casa de cultura de Real de Catorce |
De regreso en el pueblo, la casa de cultura tiene una exposición sobre el Peyote en la tradición de los huicholes, hay información y fotos de diversas épocas, donde se muestra como el híkuri es parte esencial del costumbre y como éste se relaciona de manera directa con le venado y el maíz, mencionaba mucho como los mara`akame lo consumen con respeto para así escucharlo a través del canto.
"Háblale al peyote con tu corazón, con tu pensamiento
y el peyote verá tu corazón (...)
Y si tienes suerte escucharás cosas y recibirás cosas
que son invisibles para los demás, pero que Dios te las da
para que busques t camino"
Texto de sala de la exposición.
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Camino hacia el Cerro Quemado Sierra de Catorce S.L.P |
Por la tarde una ligera lluvia refresco el ánimo y emprendimos la caminata hacia Leunar, Cerro Quemado, el cielo nublado favoreció para mantener el paso y dejar que los cerros marcaran el paso, como siempre una dicha extrema me acompañó todo el camino, realizar ese recorrido me proporciona una energía inigualable, caminar sin pensar, sin preocuparse, sin cansarse, solo caminar, recorrer los cerros, sentir el viento, mirar el sendero, reconocer las piedras, disfrutar el camino sin más.
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El elefante dormido, el Cerro Sagrado del Quemado |
Un trecho de trayecto caminado, algunas curvas y de pronto como un gran ser a la espera del nuevo saludo, ahí está él, tan firme y atrayente, engalanado por un cielo surcado por las nubes, el elefante dormido, el Cerro Sagrado del Quemado donde Tamtaz Kallaumarie alzó con sus astas al sol para que se pudiera dar la vida, cada que lo pienso, lo imagino, y entonces la vida comenzó y nos permitió llegar nuevamente aquí, ante él, ante la sierra de Catorce que envuelve de una manera muy especial a quienes se permiten soltar las amarras y adentrarse en su territorio.
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Vista de la sierra casi llegando a la cima de Cerro Quemado |
Conforme se avanza, lo miras de frente, caminas más, subes y bajas, bordeas los cerros, lo encuentras ahora de costado, caminas en silencio, sintiendo el latido del corazón, el correr de la sangre por tus venas, la respiración se agita, incluso cuesta respirar, pero sigues caminando, es increíblemente gratificante sentir ese cansancio tan especial, tan motivante para no parar y seguir, de pronto ya no se ve, parece como si hubiera desaparecido, pero sigues caminando, sabes que el sendero marca la ruta y vas por buen camino, las piedras van cambiando de tonalidad, verdes, amarillas, marrón, casi rosas, una pequeña cima y luego otra y otra más, ahí esta de vuelta, estas ya a sus faldas, el camino marcado por la piedra blanca conduce a la cima, las piernas responden al camino, a la piedra, al cerro, a los seres que indican por donde y hacia donde ir.
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En la cima del Cerro Quemado |
Solo llegar a los círculos de piedra, la respiración cambia, las fuerzas son recargadas, el sitio que me recibe desde la primera vez que estuve ahí acoge mi llegada y me invita a descansar, a sentir su energía, a recostarme en sus piedras, a disfrutar de la sombra de las yucas mientras mi mirada vuela sobre la serranía, se va con el viento y regresa con una enorme sonrisa, la vida en el cerro está en pleno, el sol abraza con calidez envolviendonos como bienvenida, una vez más el espíritu manifiesta grandeza.
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Ofrendas en Cerro Quemado |
Momento de ir hacia la cabeza, la cima más alta de Cerro Quemado, limpiarse con una moneda como me han enseñando en Potrero, ofrecer el esfuerzo, el cansancio y agradecer la vida que permite estar ahí una vez más, dejar al águila viendo al sol y mostrar respeto.
En esta ocasión hay mucha ofrenda, cornamentas, pieles, flechas, jícaras, t´sikuri, ceras, Tamatz Kallaumarie ha de estar bien contento de que lo tengan tan presente, en este lugar solo hay tranquilidad, mucha paz y el canto del viento.
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Rosa es de Santa Catarina, Jalisco |
Me acerco a saludar y a compartir un momento, Tau el Sol baja con toda tranquilidad hacia el horizonte, sin embargo, las nubes lo mantienen cercado, no queda más que agradecer la dicha de sentir el viento y la gran energía de este sitio sagrado, pampariusi.
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Al descender de Cerro Quemado |
La tarde se muestra nubosa, los paisajes que ofrece la sierra son siempre inigualables, el espacio abierto, sin límites, tan libre y envolvente es siempre un goce, los cerros vuelven a marcar la marcha, mis pasos; su fuerza, su velocidad, su dirección, fluya de una manera tan ligera que solo puedo pensar, "nací para caminar cerros", ya cuando había realizado el trayecto de subida el pensamiento me había quedado claro y ahora al bajar pensé en que ese paso es el resultado de mis caminatas al cerro cuate con los niños en Potrero, ellos me enseñaron a dejar que el cerro marque el paso, me conmueve pensar en ellos y agradezco todo los que me han compartido y enseñado.
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Durante el trayecto de regreso al pueblo de Real de Catorce |
El viento sopla con fuerza, yo lo recibo, lo dejo pasar, me dejo fluir, miro, escucho y llama mi atención una especie de maguey, me atrae su forma y sobre todo su color, en ese momento no estoy segura porque, pero ya caí en cuenta, me recuerda mucho un broche para el cabello que me regaló mamá Marina en Potrero, la forma y el color son muy similares, todo esa ahí, en el entorno, en la naturaleza, los símbolos, las formas, los colores, el costumbre.
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ocaso en la sierra de catorce |
De pronto al salir d una curva en el camino, Tau me grita y volteo a verle, apenas logro ver como se despide, guiña el ojo en un gesto totalmente complice mientras se difumina en el horizonte, de hecho la foto la tomé ya después, porque el momento que éste me obsequió fue tan fugaz como eterno, un destello de incendio que mostró toda la grandeza que le confiere el universo y luego, solo luz...
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Cerro Sagrado del Quemado S.L.P. México |
El camino se vio envuelto por la llegada de la noche, las nubes ya anunciaban la llegada de la lluvia, en una de las curvas me encontré con Rosa, Joselín y Susana, madre e hijas respectivamente, a las tres las había saludado en la cima del cerro, el padre de Rosa es el encargado de cuidar en el cerro, sólo que tuvo que ir a un mandado y ellas fueron las que estuvieron allá todo el día cuidando y vendiendo su artesanía, ahora caminaban de prisa porque los relámpagos ya estaban cerca, se detuvieron a preguntarme mi nombre y mejor camine junto con ellas, las pequeñas me tomaron cada una de una mano y caminamos platicando hasta el pueblo, Rosa me contó sobre significados de nombres huicholes y yo le conté de que voy seguido a Potrero, las niñas reían y me apretaban fuerte la mano cuando los truenos o relámpagos se manifestaban, llegamos al pueblo, nos dimos nuestros datos y nos despedimos, la lluvia llegó con mucho viento y grandes truenos, de esa lluvia bonita diría mi abuela, de esa que le gusta besar la tierra y ayudar a que la sierra esté siempre bella.
El domingo amaneció fresco, caminar por las calles empedradas y empinadas de Real de Catorce es como viajar en el tiempo, en algunas zonas, hay comercios y bastante movimiento, en cambio en otras te encuentras con construcciones derruidas y abandonadas, todo plagado de historias que piden ser escuchadas.
Entre al local de venta de artesanía wixárika y observé las figuras enchaquiradas, los aretes, las pulseras, los morrales y desde luego, los cuadros de estambre... todos coloridos y llenos de narraciones que te adentran en las figuras, había uno bastante grande, como de casi un metro de largo con un venado y unos personajes como que recorrían un camino azul, me atrajo mucho, pero, mis ojos siguieron más adelante y se encontraron con un cuadro al final de la repisa, en la esquina, todo en tonos azules, presenta a la noche y a varios personajes conviviendo en él, me atrapó por completo y lo adquirí, Margarita me lo mostró de cerca, ella es wixa de San Andrés Cohamiata, me comentó que el cuadro lo elaboró su tío Ángel Carrillo, conversamos un rato mientras envolvía el cuadro, gente entraba al local preguntaba precios, un hombre pidió el precio de unos aretes, -cuestan $60- contesto ella, $50 y me llevo cuatro pares dijo el hombre, ella no le contesto, en voz baja me dijo, -no me gusta que me regateen, yo no me dejo-, haces bien le comenté, los das a buen precio, platicamos un rato más, pague y di las gracias.
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Real de Catorce, S.L.P. México |
El domingo amaneció fresco, caminar por las calles empedradas y empinadas de Real de Catorce es como viajar en el tiempo, en algunas zonas, hay comercios y bastante movimiento, en cambio en otras te encuentras con construcciones derruidas y abandonadas, todo plagado de historias que piden ser escuchadas.
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detalle de cuadro de estambre |
Entre al local de venta de artesanía wixárika y observé las figuras enchaquiradas, los aretes, las pulseras, los morrales y desde luego, los cuadros de estambre... todos coloridos y llenos de narraciones que te adentran en las figuras, había uno bastante grande, como de casi un metro de largo con un venado y unos personajes como que recorrían un camino azul, me atrajo mucho, pero, mis ojos siguieron más adelante y se encontraron con un cuadro al final de la repisa, en la esquina, todo en tonos azules, presenta a la noche y a varios personajes conviviendo en él, me atrapó por completo y lo adquirí, Margarita me lo mostró de cerca, ella es wixa de San Andrés Cohamiata, me comentó que el cuadro lo elaboró su tío Ángel Carrillo, conversamos un rato mientras envolvía el cuadro, gente entraba al local preguntaba precios, un hombre pidió el precio de unos aretes, -cuestan $60- contesto ella, $50 y me llevo cuatro pares dijo el hombre, ella no le contesto, en voz baja me dijo, -no me gusta que me regateen, yo no me dejo-, haces bien le comenté, los das a buen precio, platicamos un rato más, pague y di las gracias.
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Desierto a las afueras de Real de Catorce |
Pasado el medio día emprendimos la vuelta hacia la ciudad de México, el túnel de Ogarrio nos absorbió en sus entrañas para regresarnos a la dinámica del tiempo, o al menos al lado de la realidad en que vivimos cotidianamente, el empedrado da cuenta de la distancia, el desierto va quedando a tras pero siempre con la gozosa atmósfera de regresar a él cuantas veces sintamos el llamado.
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