Domingo 22 de diciembre, Tepic nos recibe con un clima cálido en comparación con el frío de la Ciudad de México, desayunábamos cuando recibí llamada de Alberto, resultó que también iba para Potrero junto con Miguel, así que llegaríamos todos juntos para sorprender a Marina. Alberto tenía ya 2 años sin ir al rancho y Miguel un par de meses, - "Ahora si vamos estar todos" dijo Alberto, "mi ama se va poner bien contenta".
Ibamos ya en la comba cuando vimos un turibus en el que aparecían las fotos de Aureliano y Jesus Carrillo, a lo Alberto dijo "iralos, ya son famosos, tomate foto Jaru pa que vean que andan recorriendo Tepic".
Ya en la cortina de la presa nos esperaba mi compadre Isidro, así que puso en marcha la lancha y nos adentramos con gran emoción río arriba, la dicha de Alberto de regresar a casa era bien contagiada, más la que ya uno trae siempre que va al rancho, así que todos bien sonrientes y entusiasmados por ver a mamá Marina, quien estaba recostada cuando llegamos, la primera en aparecer en la puerta fui yo, diciéndole "ya vine y mira lo que te traje", al momento que se presentaban Alberto, Miguel y Estrella, entre que adormilada y emocionada, su sonrisa era evidente, fue grato participar del momento.
Y entonces a comer se ha dicho, se preparó ceviche, chicharrón de pescado (aplausos), birria, tortillas de maíz en el comal, salsa y ha chuparse los dedos porque todo estaba delicioso, sólo de recordarlo se me hace agua la boca.
Ya en la noche la conversación con papá Liborio fue sobre los cerros, las montañas, los ríos, los ojos de agua, lo extraño que me resulta que no haya agua diario en Potrero, que sólo cada 3 días o más abran la llave, no hay respuesta certera al respecto.
Ibamos ya en la comba cuando vimos un turibus en el que aparecían las fotos de Aureliano y Jesus Carrillo, a lo Alberto dijo "iralos, ya son famosos, tomate foto Jaru pa que vean que andan recorriendo Tepic".
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Turibus en Tepic |
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A la entrada de Potrero |
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Ceviche de camarón |
Super a gusto el clima, el sol cálido, la frescura de los árboles, el cielo azul, los cerros enmarcando el paisaje, la comida, la compañía de gente sincera, las risas, la plática gustosa del re encuentro, la calidez del alma que recibe y se envuelve en un cariñoso recibimiento, contaron un poco de como les fue en San Luis, tenía un par de días que habían estado en Wirikuta.
Por la noche refrescó un poco, pero estaba muy agradable, todos reunidos platicando, conviviendo, como les comenté que desde un día antes traía tapado un oído, Cirio me dijo que me iba a limpiar y chupo pa que saliera el mal de mi oído, no se destapó del todo, pero al menos ya medio escuchaba, fui al baño, ya estaba bastante oscuro, al salir del baño volteo sobre mi hombro izquierdo, hay un árbol sin hojas cuyas ramas fuertes se dibujan como astas de venado erguido, quedó maravillada de la vista, entre esas ramas miles de estrellas brillan de forma sublime, como estar en el universo, quedé totalmente impresionada, casi que no podía dejar de mirar, mi corazón se aceleró y como que ni cambia en mí, fue un instante extraordinario y lo alargue cuanto pude, pero debía volver, no sin, justo comentarles, que increíble se miraban las estrella esa noche, todos estaban de acuerdo, miramos un rato más y estrellas fugaces atravesaron el firmamento, sus destellos eran de tono como naranja, una fue más grande y como que un tono plata y verde le acompañó, quizá no era una estrella sino un fragmento de roca entrando en la atmósfera. Dormí profundo como sólo s logra en ese silencio profundo de la sierra.
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Potrero de la Palmita |
Amaneció súper lindo el día, el sol alto y el cielo azul, Silvia preparó taquitos de frijol con tortilla azul, una verdadera delicia, platicamos de varias cosas, Alejandro trae algo de gripa, así que comimos caldo de pollo, luego mamá Marina trabajó chaquira y Elvia con Estrella nos dijeron que para julio habría que preparar los XV años de Estrella, así que hubo que empezar a anotar a los padrinos, a gusto todo. Cirio pasó a saludar bien alistado ya con su traje wixa muy finamente bordado, se iba para zacatecas, preguntó como iba mi odio, le dije que más o menos y me dijo que tenía que dejar ofrenda en el fuego del solar, que en la noche le dijera a mi papá Liborio que me limpiara otra vez.
Ya para pasado medio día vivimos a preparar ceviche y frijolitos de la olla, Alberto extrañaba todo, así que lo estuvieron consintiendo todo el tiempo y lo mejor de eso, es que al mismo tiempo en realidad nos consentían a todos.
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Frijoles de la olla |
Comimos mucho y a gusto, por la tarde el ocaso fue increíble, los tonos anaranjados se volvieron ocre y las siluetas de los cerros eran como apacibles gigantes listos para despertar, el silencio era apacible, pareciera como si el sol se rehusase a marchar, pero la oscuridad solicitaba su espacio, así que la luz del sol se apagó después de un largo rato.
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Atardecer en Tawexikta "lugar del sol" |
Alberto quiere que vayamos a Cerro Cuate, pero no se decide cuando, no sabe si va a aguantar la subida... le digo que seguro que sí, si él era quien nos llevaba hace unos años.
Mi oído sigue medio tapado, así que papá Liborio me dijo que llevar na vela para que me limpiara, sus plumas hacen su esfuerzo, la noche está despejada y las estrellas nos hacen sentir en una enorme jícara, son tantas, brillan hermoso, nos quedamos un rato viéndolas, intentando encontrar las constelaciones, es hora de dormir y soñar.
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Vista de los picachos desde Tawexikta |
En la madrugada hizo bastante viendo, la mañana se presenta despejada, los cerros visten un verde que le hace juego, papá Liborio se fue desde temprano con Miguel y Alberto a pizcar maíz, así regreso comimos tamales que prepararon mi comadre lucía, Tatania y Marina.
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Preparando los tamales |
Aproveché para jugar un rato con Gali y el nene, también, ya están bien grandes, les encanta estar riéndose y a mi me hacen reí mucho con sus ocurrencias. Me recuerdan cundo yo jugaba con mi hermano y mis primos en casa de mi abuelo en Guadalajara.
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Jugando |
El clima está como para refrescarse en el río, así que por la tarde vamos un rato, aunque antes dejamos medio preparado lo que se va a usar para la cena, además de que Elvia aprovechará para lavar, nos acompaña Riki y sus ocurrencias, que nos dan mucha risa.
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En el río |
Por la noche cenamos pozole con mucha col, tamales y las mujeres prepararon muchos buñuelos con canela, riquísimo todo como siempre, Marina recibe muchos invitados, se acostumbra ir a diferentes casas a cenar, hay música, comida, bebida, me preguntan como es la cena en la ciudad, les digo que no muy diferente, se comparte la comida, la bebida, la plática y se baila, Alberto estuvo bailando hasta la madrugada, nosotras nos fuimos a costar antes, "como que el sol nos cansó" dijo Elvia, -si, le digo, no creo que Alberto se levante para ir al cerro mañana... reímos.
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Marina |
Amanece poquito fresco, me encuentro a Marina limpiando maíz, se ve tan a gusto, le platico que quiero ir para San Blas y a Chapala a dejar ofrenda y que regresaré para año nuevo, me dice que está bien, que le traiga agua de lugar sagrado. Después de pasar la mañana trabajando chaquira, comimos una deliciosa carne asada y sorpresivamente Alberto dijo que fueramos a Cerro Cuate, así que quedamos encontrarnos en la subida con Tatiana, Estrella y Elvia se alistaron, Riki y Luisa insistieron en ir, "está lejos, le dijimos a Riki, pídele permiso a tu abuela", fue corriendo y regresó diciendo que si le hahabían dado permiso así le dimos pa arriba.
Fue algo extraño que yo fuera quien guiara la subida, cuando años antes, lo habían hecho quienes me acompañaban y es que cambiaron el camino y como ellos no habían subido hace mucho y yo lo había hecho hace como un mes que anduve por allá, me preguntaban que si por ahí que si derecho, que pa donde le daban, fue bien raro, me puse un poco nerviosa dude del camino, pero finalmente lo logramos.
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Subida a Cerro Cuate |
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En la cima de cerro Cuate |
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Solar de casa de Marina |
Según me iría temprano a San Blas, pero estaba tan cansada que no me levanté a buena hora, a diferencia de Elvia, quien sí se fue temprano para el Aire, así se llama donde vive ahora, nos había invitado pero con la subida al cerro ya no quisimos caminar más, pues de donde deja la lancha, había que caminar como un ahora sobre el peñasco para llegar al destino.
Desayuné con Alejandro quien también se levantó tarde porque estaba bien malo de la tos y casi ni había dormido, Marina preparó caldo de chilacayote con papas y carne, una verdadera delicia acompañada de tortilla de maíz rosa, después aproveché para lavar ropa ya que abrieron la llave y salir agua de la manguera, así que llenaron los tambos, se comenzó a nublar, pero con el poco viento que hubo se secó todo sin problema.
Estaba en la hamaca cuando nos enteramos que llegaron turistas y acompañé a mamá Marina a tender la artesanía que por cierto, en el área de tendido de la ramada están echando firme de cemento en el piso, así que se tuvieron que tender el piso junto a la reja de la entrada, aproveché para saludar a las mujeres y abrazarnos con muchas sonrisas.
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Remodelación en la ramada de la artesanía |
Otra novedad que ya me había comentado Chaca, es que el techo del caliguey se quemó hace poco porque los niños jugaron cuetes y ahora tendrían que volver a juntar para comprar palma, de mientras se mira todo chamuscado.
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Caliguey chamuscado |
Comimos quesadillas y sopa, mamá Marina avisó que para cenar haría taquitos de papa bien buenos.
El atardecer fue de ensueño, los tonos cubrieron el cielo y jugaron animadamente con alguna nubes, las cuales formaban figuras míticas surcando el firmamento, cambió un sin número de veces de tonalidad, violetas, naranjas, duraznos, grises azulados, el viento mecía muy suave las aguas de la presa y las nubes respondían a su ritmo, fue un momento increíble.
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Atardecer con vista a los picachos en Tawexikta |
Llegó la noche, o mejor dicho el sol dio paso a la oscuridad, no eran más de las 6:30pm, se sentía fresco el ambiente, mamá Marina tenía razón los taquitos, qué más bien era quesadillas doradas, estaban para chuparse los dedos, se acompañaban de repollo, queso, tantito limón y con una salsita roja que no hicieron muy picosa para que le pusiera yo también, lo cual agradecí enormemente porque si le daba un sabor bien bueno.
Después de cenar nos quedamos platicando Miguel, Marina y yo, vimos un gran rato las estrellas, buscábamos la wakana (gallina) que ya Basilia me había enseñado alguna vez, pero mamá Marina dijo que sólo se veía en la madrugada, así que estuvimos viendo el cinturón de Orión y comentando como se movía "rápido" de lugar todo el "cielo" o las estrellas más bien.
Papá Liborio me limpió una vez más porque iría a dejar la ofrenda a lugares sagrados y me tenía que encomendar para que fuera y regresara con bien, me dijo que por la mañana cuando Isidro me llevara en la lancha ofrendara la vela en cierto lugar, después de eso, Marina me acompañó al fuego para que dejara la ofrenda que me había indicado Cirio, saludamos con las respectivas vueltas, me sacudí la pesadez y pedí buenos sueños, prendimos poquito fuego y nos abrazamos para despedirnos, me dijo que me cuidara y que regresara con bien, me despedí también de Estrella y le dije que viera la quinceañera que habría el sábado para que me contara y fuera recordando como eran los XV años en el rancho, la noche era muy oscura, dormí pensando en que ahora sí debía levantarme a tiempo.
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