13 de noviembre, amanece despejado y se siente fresco, después de casi un año la presa de Aguamilpa nos recibe con el nivel del agua bastante alto, mi compadre Isidro nos indica que esta vez abordaremos la lancha en el muelle flotante que está en el camino junto a la cancha, ya que es más práctico ahí, todo está listo, el motor se enciende y los enormes guardianes vestidos de verde nos permiten entrar a la sierra, la subida a las cabañas es más corta debido al nivel del río, nos recibe Alicia quien es la actual presidenta, le acompañan Armanda, Yolanda y Lena, los abrazos no se hacen esperar.
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Preparando los alimentos |
Es como llegar a casa y reencontrarte con lo familiar, lo cercano, ese cielo, esos cerros, ese olor, esa luz tan luminosa, esas sonrisas amplias y sinceras, el silencio, la tranquilidad, el ambiente reconfortante de las aguas del río tocadas por el viento durante la tarde.
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Vista desde Tawexikta |

Ayudo a Mónica a tender las camas, han sido casi nulas las visitas a causa de la contingencia, para la mujeres de la cooperativa es un gusto recibir grupo de visitantes ya lo echaban de menos, las tortillas directas del comal siguen siendo una delicia, el sazón tan peculiar hace de cada alimento un goce.
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Tortillas deliciosas |
El contraste con la Ciudad de México es evidente, la amplitud hacia donde mires genera un ambiente de libertad, la sensación de calma se respira completamente.
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Vista de los picachos desde Tawexikta |
Caminamos hacia la muestra de artesanía donde también hay oportunidad de que se nos realice una limpia, el Mara´akame Aureliano toma sus muvieris (plumas de águila) y se dispone a recorrer con mucha suavidad el contorno del cuerpo mientras mira lo que sólo él puede ver, quitando lo que sobra, lo que nos hace sentir pesados.
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Gracias a viajero de Beh por México por la foto Mara `akame Aureliano |
El tiempo se "tuerce", esa increíble sensación como si en un día cupieran varios días, la vida sin prisa, al menos por unos días, disfrutar de un ritmos menos acelerado del que se lleva en la ciudad.
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Atardecer en Tawexikta |
La noche llega temprano o más bien el sol se retira pronto, son menos de las 7 de la noche y está totalmente oscuro, el ambiente es propicio para encender un fuego, sentarse a su alrededor y escuchar de voz de Mamá Basilia, la historia de Watakame y la perrita negra que se convertía en mujer ...
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Mamá Basilia |
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Tai-fuego |
El silencio, el oleaje, la luna, la oscuridad, es hora de dormir, todo esta apacible, la luna creciente se divisa en lo alto del cielo, aunque no tan alto como en la ciudad, aquí está más cerca, su brillo no deja ver muchas estrellas, pero al asomarme por la ventana me deja ver la sombra escurridiza de la zorra, que suele pasearse en las cercanías, poco después la escuché chillar y recordé que mamá Marina fue quien me dijo que ese sonido era el que el animalito hacia por las noches.
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Amanecer en Potrero de la Palmita |
Al amanecer, la luz cálida va cubriendo cuanto queda a su paso, el olor a leña que sale desde la cocina invita inhalar profundo y saborear lo que será el desayuno. Camino por la calle principal y paso a saludar a papá Liborio quien anda trabajando junto con Toño en su solar, desde temprano está muy agradable el clima.
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Cerro Cuate en Potrero de la Palmita |
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Matas de Jamaica
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Después de un delicioso desayuno, es hora de ir a la artesanía de nuevo y también a escuchar las notas de la canari (guitarrita) y el raveri (violín) los cuales marcaran el paso de la danza, el colorido de los bordados recorre el caliguey, cada vez logro agarrar más rápido el paso, la tierra se retumba, el polvo se levanta, el cuerpo entra en calor.
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Músicos y mujeres listas para danzar |
Ventura nos compartió un poco de Nawá (tejuino, bebida tradicional de maíz fermentado) que tenía, pues hace poco hubo fiesta del tambor en su familia. Convivimos entre risas, bromas y abrazos, el sentido del humor nunca falta entre tan hermosas personas.
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Agradecimiento - Pampariusi |
Luego de tanta risa, fuimos con Aureliano a donde era el venadario del que es el encargado y donde guarda parte de la artesanía que elabora, dentro de la cual resaltan los cuadros de estambre en diversos tamaños y colores, todos siempre llenos de grandes historias, todas ellas derivadas de su mitología, se decidió comprar uno entre todos quienes asistimos y después rifarlo, por lo que fue posible adquirir su trabajo.
Para la hora de la comida nos esperaba una deliciosa mojarra frita, tortillas azules y agua fresca de jamaica, después de tan suculento manjar, llega la hora de cumplir con el encuentro con los cerros, subir al Cerro Sagrado Cuate, mamá Basilia guía el camino, Ricky va montado en Perkins, nos acompañan algunas niños y niños que siempre hacen el recorrido más ameno.
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Ricki y Basilia |
La subida es siempre un espacio para pensar, contemplar, escuchar a los niños conversar entre ellos y con nosotros, enterarse si es la primera vez que suben o el como se presumen cantan veces han llegado a la cima, el camino ha tenido algunas variantes debido a los cercados que se han tenido que poner a causa de los sembradíos del programa de sembrando vida, es un poco más largo, pero aún y después de 9 años de haber conocido por primera vez ese sitio, el asombro al llegar a la cima nunca es menor, esa vista, ese viento, esa sensación de ser tan pequeño y a la vez sentir que puedes llegar a cualquier punto, es inigualable.
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Vista desde la cima de Cerro Cuate |
Pasaron cerca de 5 años o más para reencontrarme con Manuel, la última vez que nos habíamos visto él tenía como 12 años, no había entrado a la secundaria porque se fue a trabajar a la costa, no sabía de él más que por algunos comentarios de su hermano a quien m encontré un par de veces pues ya tampoco vive en Potrero, me costó un poco de trabajo reconocer al joven cuyo rostro me era familiar a la distancia, conforme me acerqué logré identificar de quien se trataba, me dio mucho gusto verle y poder conversar buen rato además de subir de nuevo juntos al cerro, es increíble todo lo que puede pasar en la vida de las personas, y más increíble aún es darse cuenta de como es que cada uno participamos en la vida de os demás.
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Manuel en la cima de Cerro Cuate |
El día fue inolvidable, muchas experiencias compartidas, sentir como cae la tarde, ver al sol ocultarse tras el horizonte en compañía de niños que disfrutan de poder mirar Potrero desde las alturas, como ellos dicen y de jóvenes que uno conoció cuando tenían la edad de esos niños y verlos ahora grandes, con camino recorrido y experiencias a veces inimaginables años atrás, es una de esas cosas que te generan sentimientos encontrados, pero que siempre se agradece a la vida la oportunidad de compartir y vivir instantes como ese en el que el sol desaparece tras el horizonte.
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Gracias a Nayelli viajera Beh por la foto |
Mamá Basilia nos indica como realizarnos una limpia para dejar el cansancio ahí y hacernos pensar sobre el lugar en el que estamos, el viento refresca la tarde, poco a poco la luz se apaga y comenzamos el descenso, las sonrisas, las risas y las carcajadas que se comparten en compañía de tantos niños hacen el regreso más ameno, la luna se hace presente e ilumina un poco el camino, las estrellas nos acompañan sigilosas, las quesadillas ya nos esperan para la cena, la noche nos invita a dormir profundo pues saldremos muy temprano por al mañana.
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Ocaso en la cima de Cerro Cuate |
Esa última noche entre los cerros, soñé con Maxa y Tai, considero un buen augurio, por la mañana le platico a mamá Marina, y sonríe, nos acompaña a despedirnos al río junto otras de las mujeres que nos atendieron durante la estadía, damos muchísimas gracias por todo, nos abrazamos bien fuerte, la lancha nos lleva de regreso a la cortina, la idea de volver ya está presente.
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