Sábado 19 de marzo, recién amanece y ya estamos en Tepic, la franja naranja va abriéndose paso en el monte, la calidez se hace presente y la presa de Aguamilpa nos recibe con sus aguas de azul vibrante, Santiago y Jorge nos llevan en las lanchas, algunas nubes resguardan los cerros, el corazón se regocija por estar de nueva cuenta en la sierra del Nayar.
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Tawexikta "Lugar del sol" |
Caminar el pueblo, saludar a las mujeres, los niños y niñas, ver cuanto han crecido, recibir los abrazos, compartir risas.
El mara `akame Aureliano nos limpia, es notorio el cambio, la sensación de cansancio al menos en mí se aminora, sus plumas y pañuelo siempre han tenido ese efecto en mí, pampariusi-gracias le digo por tan necesario trabajo.
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Mamá Marina, yo y Ventura |
Es increíble que no importa cuantas veces se ha visto la artesanía, siempre hay diseños nuevos, la creatividad se mantiene super viva, la colección de aretes sigue creciendo, me dicen, -¿y cada que vienes te llevas algo?, ¿no te cansas de ver siempre lo mismo?- ¡claro que no! les digo, ¿a poco ustedes siempre hacen los mismos modelos? -no- me contestan, pues por eso siempre llevo algo, porque ustedes siempre están haciendo cosas diferentes, además de lo que me encargan porque como ven lo llevo, les gusta y me piden que cuando venga, les lleve de tal o cual modelo.
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Luisa |
Luisa ya está bien grande, recién la había visto en diciembre y se estiró todavía más, al ser prima de Estrella, en esta edad me la recuerda mucho tiene algunos rasgos muy parecidos, creo que ya tenía muchísimo que no la veía portar su traje wixa, se le ve muy linda con el.
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Ocaso en Tawexikta |
En la comida hubo taquitos de papa, que son más bien como tipo quesadillas un poco doradas, rellenas de papa que se sirven con lechuga, queso y una salsita de jitomate, que uuuyyyyy, para chuparse los dedos... además eran de tortilla azul. Y eso que comí doble, porque al regresar de la artesanía me encontré a papá Liborio en la calle y como caminamos juntos a su casa, me invitaron a comer ceviche de camarón que también estaba exquisito, así que uno puedo decir que no, hay que comer todo lo que se pueda.
Como suele suceder, el tiempo se tuerce y parecen que las horas se expanden, como si varios días cupieran en uno de la ciudad, es la magia de Tawexikta, el sol se va a descansar, no sin antes haber tenido un rato de compartición sobre la lengua wixárika con Vanesa y Ventura, las risas no faltaron.
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Tai-Fuego |
Basilia nos cuenta historias que le dijeron su abuela, su mamá, sobre los cerros, sobre el fuego, sobre los animales que viven a la orilla del río, sobre lo que ella a veces piensa y siente, "Tai" el fuego acompaña su narración, la noche está bien oscura, las estrellas tiritan y la luna enorme y brillante se "traga a muchas de ellas", el viento refresca bastante, es hora de ir al mundo de los sueños.
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Los picachos, desde Tawexikta |
El viento de la noche se llevó todas las nubes, amanece limpio el cielo, el azul es intenso, de ese que me hace suspirar y no querer irme nunca de ahí.
Desayunar enchiladas es una de las fortunas más grandes que puede tocar, el olor se extiende por todo el comedor, sólo recordar se me hace agua la boca, que delicia.
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Los músicos Potrero de la Palmita |
Una visita más a la artesanía, pero primero un poco de danza y música, las mujeres acuden con sus trajes de gala, bordados coloridamente. Aureliano canta, Ramón Carrillo, José y Chepito hacen gala de su arte musical, el xaveri-violín y la canari-guitarra, suenan y acompañan en la segunda ronda.
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La danza en Potrero de la Palmita |
Después hubo oportunidad de una pequeña clase de chaquira, para después ir a casa de Aureliano, o más bien al venadario del cual él es el encargado, por ahí andaba una venadita algo tímida, hubo oportunidad de ver muestra de su arte, los cuadros de estambre que ha realizado desde ya tiempo atrás cuentan historias de gran tradición.
Marakame Aurelinao y su trabajo de cuadros de estambre Gracias por la foto a viajero Beh |
Después de un grato momento con Aureliano, caminamos un poco por el pueblo y la hora de comer ha llegado, en las cabañas habrá Mojara frita, pero yo ya tengo invitación con mi comadre Elvia quien sabe que al día siguiente será mi cumple, así que me preparó mi platillo favorito, chicharrón de pescado, así que no me queda más que avisar que me quedo en su casa y que les alcanzó para subir juntos al cerro Cuate.
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Chicharrón de pescado |
Nunca lo había comida en casa de Elvia, pero le quedó, increiblemente bueno, bien suavecito y delicioso, no para de servirme cada que ve que se va vaciando mi plato y hubiera comido hasta que no quedara más, pero tenía que medirme un poco ya que enseguida tendría que subir a Cerro Cuate y no está sencillo el camino, así que agradecí enormemente el que me consintiera de tal manera y me fui chupándome los dedos.
Basilia nos guío hacia cerro Cuate, que regocijo tan grande recorrer dicho camino, es de mis lugares favoritos, el sol aún brillaba en lo lato, pero gran parte del sendero esta por la sombra lo cual se agradece bastante, tenía mucho tiempo que no iban tantos niños y esta vez se decidieron poco más de media docena subieron entre risas, empujones, cansancio y mucha actitud aventurera, eso es lo que siempre les caracteriza.
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Desde la cima de Cerro Cuate |
Como extrañaba estar en la cima, soñé un par de veces con ese sitio, -ya te llamaba- me dijeron cuando les conté, y es que el viento ahí siempre recibe con gran fuerza, invita a volar aunque sea sin moverse del sitio donde estás, esa increíble sensación de apertura y libertad es difícil de encontrase en otros lugares.
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Celeste, Sofi, Luisa y yo |
Muchas sonrisas, las ocurrencias de los niños y niñas siempre son tan creativas, que si volar o rodar para sentir como una piedra, o que si el sol se duerme o descansa sentado.
Celeste es tan risueña, Luisa no suelta al jaguar, les pregunto que si suben seguido, dicen que no mucho, la tarde cae, el tono naranja-durazno lo cubre todo, el tiempo de la luz está por terminar.
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Atardecer en Cerro Cuate |
La mirada se pierde en las hileras infinitas de sierra, el horizonte se difumina, los azules de extienden, el sol avisa que ya es hora de retirarse por ese día. Me aparto un poco del grupo, me llama el silencio, me dejo guiar por el viento, las sombras se extienden, la luz cambia de tonalidad, algunas nubes acompañan la partida del día, todo es tan apacible, las aguas están tranquilas, todo parece eterno y ala vez irreal, son instante como aquel, que hacen que la sensación de estar vivo se perciba como una mera ilusión.
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Ocaso en Cerro Cuate |
Poco a poco el sol se "apaga" lo tragaron los montes, los sonidos cambian, muchos animales van adormir pero otros despiertan, las sombras se extienden, para bajar camino con los niños, se van haciendo bromas, ya no son tan niños en realidad, de vez en vez gritamos a quienes viene atrás para saber que nos siguen, la noche llega, las estrellas brillan, es tan hermoso mirar hacia arriba y sólo ver estrellas y más estrellas, el clima esta agradable, un poco fresco, las niñas se turnan para subir a un burro, caminar a oscuras a ratos, a otros prender las lamparas depende que tan abierto esté el camino, que divertido andar ahí con ellos y ellas.
Ya en las cabañas, las quesadilla de tortilla azul saben a gloria, hay tejuino que llevó Mamá Marina, es triste que se acabe el día, pero también es necesario descansar, ha sido un día muy movido y el sol estuvo a todo lo que da.
Antes de ir a dormir me despido de mi comadre Elvia, de Mamá Basilia y Marina, me abrazan fuerte me felicitan por mi cumple que será al día siguiente, me dicen que me cuide mucho que salude a mi mamá en la ciudad y a mi hermano, que me esperan pronto de vuelta, transcurre la noche, duermo profundo.
Poco antes del amanecer hay que levantarse para salir recién haya luz, metzeri-luna acompaña la despedida del lugar del sol, en el río ya están esperando Chago y mi compadre Isidro par llevarnos en las lanchas, me acerco a saludar, -ahora sí no lo vi para nada-, le digo, -es que anduve en el rancho- me contesta, -había que ver los animales, pero estuviste con Elvia no-, -si, le digo-.
Todo está listo para partir, las garzas recién van despertando la luna palidece un poco pues los rayos del sol están cercas ya, el motor de la lancha enciende y nos vamos hacia la cortina de la presa, ya ahí me despido de mi compadre y me dice que nos vemos para Julio, a lo que digo que sin falta ahí estaremos.
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Ocaso en la carretera |
Regresar de la sierra es para mí una mezcla de sensaciones, por una lado, la nostalgia de partir, pero al mismo tiempo la energía vibrante haber caminado los cerros, haber contemplado las estrellas y sentirse arropada por ellas, haberse llenado de azules por doquier, respirado esa tranquilidad, recibido ese cariño en esos abrazos y sonrisas sinceras, comido maíz de adeveras, compartido risas, sueños e ideas, gracias siempre Potrero.
Era ya lunes 21 de marzo se cumplía una vuelta más al sol, las mañanitas se hicieron presentes muy divertido el festejo en carretera, gracias a los viajeros por el pastel, gracias vida, vamos a por una vuelta más al sol.
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