lunes, 24 de junio de 2024

VISITA 47 A LA COMUNIDAD WIXÁRIKA DE POTRERO DE LA PALMITA

Miércoles 19 de junio 2024, había que cumplir la encomienda y tratar de regresar a finales de junio. Además con la petición de llevar la lluvia a Potrero.

Desde hace años tengo la costumbre de que la noche que emprendo viaje hacia la sierra, comparto en redes una imagen relacionada con la cultura wixárika o bien con la intención de la visita que se realiza, en esta ocasión compartí una imagen digital basada en un dibujo a tinta el cual realicé sobre Takutzi y la lluvia, no sólo porque me pidieron llevar agua, sino porque es parte del tema del proyecto que estoy realizando para el doctorado.

Takutzi, imagen digital por Jarumi Dávila


Al llegar a Tepic, me comentaron que había estado briseando en días anteriores, pero aún no llovía como se debe, así que en realidad estaba tranquilo el calor, afortunadamente el cielo algo nublado, porque la humedad si sentía con fuerza, la camioneta hacia la presa salió poco antes de las 11:30am. Me encontré con Angelina, la sobrina de mamá Marina y fuimos platicando parte del camino, nos toco ver pasar la parte final del tren y después disfrutar del aroma de los mangos en gran parte del trayecto.

Rumbo a la Presa, toco ver el tren

Llegamos sin contratiempo a la cortina, para nuestra suerte estaba ya por salir Chago, así que saludé a su esposa Anselma y en poco rato la lancha arrancó hacia Potrero, a ratos el sol se asomaba entre las nubes, pero fue más el rato nublado, sosa que se agradeció. Como no había llovido bien, el nivel del río seguía bajo, así que tocó caminar buen trecho antes del andador empedrado, pero afortunadamente me encontré a Miguel y me ayudó con la mochila grande que si pesaba. 

Ya en las cabañas, me encontré con Alejandro y Feliciana pues Alberto andaba haciendo reparaciones de ventanas y de techos intentando ganarle a la lluvia que parecía si llegaría en próximos días. Me comentaron que llevaban ya bastante tiempo sin luz, pero ese día habían llegado los de CFE y estaban reparando la planta de celdas solares, al parecer se habían tronado un par de pilas.

Cerro Cuate 

Saludé también a Ventura, con la sorpresa de que recibiría un grupo grande el viernes a medio día, así que andaban preparando todo para su llegada.
Comimos una ricas enchiladas antes de ir a saludar a Esther y conocer a su bebé, platicar buen rato muy a gusto. La tarde con un clima muy agradable, el calor había bajado gracias a un viento fresco. Como Alejandro estaba ayudando a mamá Marina a cuidar las cabañas, le dije que si mientras estaba ahí, me podía ayudar haciendo unos dibujos de cerro cuate y de la isla, dijo que sí, le di hojas y colores.

Para regocijo de todos llegó la luz y esto permitiría poner a trabajar refrigeradores y ventiladores, duró bastante, sólo que la noche llegó con unos vientos muy recios y al parecer había algún cable medio suelto porque la luz iba y venía, pero llegó un momento en que se fue definitivamente. -Ya ni nos hacemos ilusiones- dijeron, -habrá que regresar a como era antes, sin luz, con velas y sin ventilador, sin refri, a comprar hielo-. Si me acuerdo les dije, así me tocó las primeras veces, -lo malo es que ya nos habíamos acostumbrado a si tener luz-, ahora nos cuesta regresar...


Se hizo presente el agua

Amaneció como a las 5:30 estaba nublado y la nubosidad siguió avanzando, aún había mucho que hacer para tener listas la cabañas, así que aprovechando la luz desde temprano se pusieron a trabajar. Ya como a las 9:00 inicio a brisear y ya no paró hasta la noche, en el transcurso del día aumentaba la cantidad de agua, luego bajaba y por momentos volvía a arreciar, ahora sí alcanzó a mojar bien la tierra. 

-Si trajiste el agua-, me dijeron, -ustedes pidieron, aquí está, fue la que me alcanzó para poder traer en la mochila-, reímos un poco, obviamente allá están acostumbrados al calor, así que para ellos, estaba fresco y se antojaba tomar café, por lo que parecía había reunión familiar, hasta papá Liborio andaba en las cabañas, no sólo porque Alberto andaba trabajando ahí, sino porque le tocaba cuidar a mamá Marina.

Alberto cubriéndose de la lluvia con la lámina
que tenían que poner en el techo para cubrir goteras

A ratos la nubosidad aumentaba y no se podían ver los cerros al frente, los picachos desaparecían del paisaje, arreciaba la lluvia y me decían -ahora si está mojando el agua Jarumi-, a lo que respondía, -¿ustedes pidieron agua no?, pues ahí está-, - si verdad-, me contestaban a la vez que buscaban algo para taparse pues además del agua, un ligero viento fresco también se hizo presente.

Para mí era un tanto inesperado que no parara de lloviznar, puesto que tenía como encomienda ir hacia el centro o a casa de Basilia y realizar sesiones de dibujo, pero sabía que l@s niñ@s estarían dentro de sus casas porque no se fueran a enfermar y las mujeres con quienes quería platicar, andaban ocupadas preparando las cosas para el grupo que llegaría, así que me hice a la idea de disfrutar del momento, apreciar las nubes transformarse, fue una suerte que mientras mirábamos como iba y venía el agua, Alberto al ver que Alejandro había dibujado él pidiera también hojas para hacer uno, a lo que después mamá Marina también pidió su hoja y puso manos a la obra, así pasó un rato, cada cual haciendo un dibujo de lo que ellos decidieron.

Como mamá Marina había estado contando sobre la Palmita decidió hacer su dibujo mostrando el camino y lo que había en el trayecto de allá hacia lo que es hoy Potrero. Por su parte Alberto decidió dibujar lo que veía desde donde estaba sentado, así que dibujó el paisaje, incluyendo, los picachos, la isla, aguamilpa y los cerros a orillas del río.

Bien entrados en sus dibujos
Alberto, Marina, Yesei y Luisa

Por si fuera poco, un rato después llegó Luisa y al ver que Marina estaba dibujando, también pidió hojas  se puso a dibujar Potrero, fue de gran regocijo para mi, que sin planearlo tal cual, se diera una sesión intermitente de dibujo con quienes con sólo llegar y ver que había colores, también pidieran dibujar, poco después de Luisa, llegó Yesei con Elvia, así que también pregunto si podía dibujar, por supuesto que le dije que sí y recibió sus hojas, él también decidió dibujar Potrero, así que le día de lluvia trajo para mí dibujantes ávidos de compartir su visión de la vida.

Un rostro entre las piedras
en casa de mamá Marina 

La noche llegó y se llevó la lluvia ya pasadas las 9:00pm, si bien habían logrado avanzar un poco en los arreglos de las cabañas, todavía faltaba un tanto por hacer, así que de nueva cuenta al amanecer desde temprano se pusieron a darle, para fortuna de todos amaneció poco nublado, el agua del día anterior ya estaba siendo bien absorbida y aprovechada por la tierra que tanto la anhelaba.

Pasé el día en casa de mamá Marina donde llevé mis cosas puesto que el grupo era grande, tenía que dejar las cabañas y con ella me ofrecieron un cuarto para quedarme. Por s fuese poco, Miguel tuvo suerte en la pesca y llevó pescado para preparar chicharrón que saben es mi favorito, así que me tocó ayudar a preparar la ensalada de verdura, una verdadera delicia de platillo, pa chuparse los dedos.

Chicharrón de pescado
(de tres aplausos contínuos)

Después de tan maravillosa comida, por fin pude ir a visitar a mamá Basilia y saludar a mi ahijada, estuve con ellos un rato nada más porque ella es la guía a cerro y esa tarde subiría un grupo, así que platicamos un rato, llegaron también mis compadres y poco después cuando ella ya se iba, yo también me despedí y fui a ver Basilia Martínez porque tenía un asunto pendiente ahí. Durante el camino me encontré con un par de niñas que corrieron a saludarme y a las que les dije que iría de nuevo en julio para la clausura de salida de la escuela y que en esa vuelta si dibujaríamos, a lo que dijeron con emoción que sí.

Ocaso y cerro Cuate

Aproveche para caminar entre las calles un rato, sin prisa, escuchando a lo lejos como jugaban en la cancha l@s chic@s voli, me encontré algunas señoras, nos saludamos, vi como el sol se ocultaba en el horizonte y contorneaba a las nubes con tonos cálidos entre durazno y naranja, había poco viento, el calor se hacía presente  la humedad después del día de lluvia también.
Regresé a casa de mamá Marina a platicar con Esther, luego nos enteramos que había regresado la luz, estábamos tomando canela cuando llegó Alberto y Feli, con un taco que había mandado Marina, cenamos, platicamos otro rato, me hice consciente del tiempo pasado desde las primeras veces que estuve ahí, cuanto han crecido cada uno de ellos. Ahora casados y con hijos, como sus parejas me han aceptado también y me reciben en sus casas. En verdad agradezco el aprecio que es mutuo.

Internet en la sierra,
se pueden apreciar los costos del servicio 


Por la noche entre las nubes por unos instantes de dejó ver una gran luna llena, brillante y hermosa, la escena era sublime, el viento se fue haciendo presente y limpió el cielo, amaneció luciendo un azul intenso, de esos que maravillan y más si hay oportunidad de contrastarlo con rojo, como es el caso de las flores Tabachin que ofrecen un tono entre rojo, naranja y unos destellos de amarillo que hacen que el verde resalte aún más y en conjunto son un deleite visual, aquí en la imagen de abajo no se le hace justicia, pero da una idea, en la parte de abajo a la derecha se ve como Pancho disfruta del fresco sin mayor preocupación.
 
Pancho a la sombra

Anunciaron que habría pan, así que antes de irme tendría la fortuna de comer un velo de novia, que es el que más disfruto, aunque todos son muy ricos. Después de desayunar y un merecido baño del cual la frescura me duró tres segundos porque el sol ya estaba de nuevo con todo en el firmamento, me dirigí a la panadería en donde Julia y Armanda ya estaban sacando las charolas del horno de leña con las piezas listas para saciar antojos.

Pan de Potrero cocido en horno de leña 

Me encontré con el pequeño Raúl nos abrazamos un rato y me dispuse a elegir las piezas que me habían encargado, estaba aún tibio y olía delicioso. Poco después de entregar el pan preparé todo para salir hacia las cabañas, a despedirme y bajar al río para tomar la lancha. La cuestión fue, que hacía mucho viento y no había lancha.
A proveché para disfrutar un rato más de la hermosa vista desde las cabañas y sentir el viento. Fue todo un disfrute ver las transformaciones de un mismo lugar en cuatro días.

cuatro días, cuatro climas, un paisaje

Pasé un rato con Alejandro y Elvia viendo como el viento mecía las aguas del río formando pequeñas olas, lo que me hizo recordar que como la dirección del viento es contraria a la que tomaría la lancha, brincaría como si me preparara para participar en un jaripeo. Luego de un rato el viento bajo un poco, pero ya había traído consigo a las nubes se nubló justo en el momento en que mi compadre llegó con una carga y entonces aproveché para pedirle me llevara a la cortina.

Los niños ayudando a descargar
para ver si se ganaban una coca

Parecía que las nubes traían agua, esta vez no me quedaría para comprobarlo, debía regresar. El viento se hizo presente de nuevo y hubo que agarrase fuerte. A la distancia Anakie se distinguía entre los cerros, tenemos un encuentro pendiente, habrá que volver y pisar de nuevo su suelo, como hace ya algunos años, pero ahora con mayor consciencia de lo que ahí habita.

Ahí al centro se distingue un montículo
con un ligero contraste blanco
del lado derecho y es Anakie
ahí habita Takutzi


Y se logró llevar el agua, la lluvia, de a poquito. Sabemos que fue el huracán Alberto, pero también sabemos que las coincidencias no lo son del todo ...

 











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